Generar un vínculo colaborativo entre las familias y las escuelas debiera ser un aspecto fundamental de cualquier estrategia que tenga por objetivo construir para Chile un sistema de educación de calidad. Que sea necesario e insoslayable, no lo hace simple; por el contrario, constituye una de las piedras angulares más complejas que hoy enfrenta el país y las comunidades educativas. La primera complejidad –que habla por cierto de una debilidad nacional– refiere a que generar un vínculo colaborativo familiaescuela en torno a la formación integral de personas implica el desafío de formar comunidad y construir un nosotros: nosotros educadores, nosotros comunidad educativa. Sabemos que no hay nosotros posible sin diálogo, confianza y un claro proyecto compartido. Por lo anterior, el vínculo virtuoso familia-escuela emerge en un ecosistema en que la formación de personas es vocación comunitaria.