Kuru

Soy dos personas a la vez, por una parte me arrepiento de lo que hago, como si las memorias de las lecciones que me dio mi madre sobre el bien y el mal, revivieran ante mis ojos, recuerdo las reglas de la vida para llegar al cielo, pero, a decir verdad, no logro sentir su efecto sobre mi conciencia, puede más aquel sofisticado placer de arrebatar la vida, el exquisito sabor de la carne, el libido despierto tras el baño de su sangre. Es una de las reflexiones que el protagonista de esta historia hace de su existencia, una existencia partida en dos, la de aquel taciturno pero exitoso cirujano que se abre camino en el mundo de la medicina buscando superar la sombra de su exitoso padre también médico y que es un hombre de familia, su segunda esposa y dos hijas, intentando ser una familia común a pesar de los claroscuros de su pasado. Un noviazgo con una mujer casi perfecta, que le entiende y acepta sus excentricidades sin protestar, profundamente enamorada pero no igualmente correspondida; es su compañera hasta el final, y realmente será hasta el final. Por otra parte, se oculta la vida de aquel sádico e insensible asesino que cree encontrar en sus crímenes un consuelo para su miserable vida, aquel hombre que planea las muertes paso a paso en su mente para después hacer realidad el macabro ritual cuyo único objetivo es llenar el vacío de su alma totalmente destrozada por la inconsciencia culpable de su ser: La vida no me satisface y con muerte cubro los vacíos de mi existencia, escribirá él mismo. En la literatura de suspenso o policiaca, estamos acostumbrados a las historias de asesinos desde la perspectiva o visión del investigador o del narrador omnipresente, pero pocas veces somos testigos de la visión tétrica, oscura e insensible del asesino, narrada en primera persona y permitiéndonos ver y casi sentir los demonios que le conducen a arrebatar con sadismo una serie de vidas inocentes, cuyo único pecado será confiar en este sórdido asesino que se presenta como un hombre elegante, interesante y caballeroso, hasta casi palpar el morbo, de encontrar en el baño de sangre de sus víctimas un pequeño atisbo de éxtasis macabro e indolente: saber que la muerte es inminente hace la vida menos miserable, dice de las pobres mujeres que tuvieron la desdicha de ser elegidas, pero también relacionado con su propia muerte que espera ansioso, pues no visualiza más alternativa. ¿Cuál es el motivo que lleva a esta mente retorcida a buscar anhelante la sombre de la muerte?, confiesa su deseo de morir, ¿cuál es la razón?, no lo sabe a ciencia cierta. Una infancia llena de soledad por la ausencia de una madre que no sabe a dónde ni cuándo se marchó, y de su padre, cuya vida y único interés es su trabajo, además de una velada y oculta enfermedad psiquiátrica, tal vez provocada por la ausencia de aquella mujer que no quiere recordar. Él desea morir, es verdad, pero no concibe el final de sus días en un vulgar suicidio acompañado de una patética nota de despedida. Quiere hacer de los últimos días de su vida una hazaña memorable, digna no solo de periódicos y noticieros, sino de libros completos dedicados en su honor. Quiere hacer de sus asesinatos una obra de arte, su obra maestra, que de forma cruel y razonada va perfeccionando; no quiere ir a la cárcel, sabe que tarde o temprano todo ha de acabar. Su terrible secreto no permanecerá oculto por mucho tiempo a pesar de las precauciones que toma para no ser atrapado, porque el tiempo todo lo revela y él lo sabe y se prepara para ese momento cada vez que elige una víctima, no cualquiera, es indigno de él, ha de ser una mujer que logre llenar sus expectativas, no será una prostituta como la primera vez. Seguiremos los pasos de este médico que de manera planeada y metódica acecha a cada una de sus presas para entregarlas al cruel ritual del asesino transformado. Este médico hastiado de la vida, de gustos refinados y excéntricos, conocedor de la música, amante de los buenos vinos y mejores banquetes. Este asesino de mujeres que hace de su vida y pensamientos una agria critica del mundo, tal vez en el fondo de sus torcidos pensamientos sabe que encarna los vicios, decadencia y doble moral de la sociedad, que hace de él un chivo expiatorio, que lo condena porque no puede condenarse a sí misma. Es una historia escrita en forma de diario entre dos navidades, entre dos familias, en un final inesperado, que definitivamente lo sorprende, pero que tal vez sea la única esperanza de reconciliación, con su padre, su madre, con la vida, con él mismo.