Arqueología del dolor

En ocasiones la expresión mínima suele ser mucho más reveladora. En ocasiones, también, a través de ella la poesía se deja sentir con más fuerza. Una fuerza elemental, primigenia, que trata de asir el mundo a través de las palabras pero que, al mismo tiempo, nos permite sentir el abrazo entre hermanas, el canto de las princesas que se salvan a sí mismas y el de las que padecen síndrome de paraguas. Y así, de la enunciación breve que trasluce entre el nubarrón y el nado de la existencia se desprende la voz de Pamela Calero, quien, en este poemario, en este monumento pretérito que describe el dolor, nos recuerda que no se puede ser poeta sin vivir y, por sobre todo, sin reinventar el mundo.