Roberto Yáñez no duda en aliarse con el humor frente al desamparo tal como lo hizo la antipoesía de Nicanor Parra; le planta cara y posibilita a sus versos convertirse en estratagemas filosóficas y científicas. Su golpe de dados es imaginar y embellecer los paradigmas de la radicalidad onírica y mística, que otorgan una renovada poesía surrealista.