A partir de recuerdos y anhelos que se funden en la memoria, de deseos y fantasías quizá no confesados pero que registran una sensibilidad a flor de piel, de una dulce sensualidad adolescente hasta la expresión más franca que ahonda en los misterios de la sexualidad femenina, los relatos reunidos en La isla blanca anhelan y cuentan un amor y un desencuentro (todo puerto amoroso es vulnerable), exhalan un erotismo sutil y perturbador, gracias a una escritura eficaz que guarda para el lector una sorpresa en cada página.