¡Feliz cumpleaños, señor profesor Sigmund Freud! Como es del conocimiento de la mayoría, el 6 de mayo se cumplieron 150 años del nacimiento de Sigmund Freud. Hace algunos años, al dar vuelta al milenio, más de una organización o publicación se preguntaba sobre quiénes habían sido los hombres y mujeres más influyentes en ese transcurso. Todos coincidieron en colocar a Sigmund Freud en los primeros lugares de esa lista. Y, desde luego, no estaban equivocados: hay un antes y un después de Sigmund Freud por lo que toca a la concepción del hombre. Y, por lo tanto, por lo que toca a las relaciones de ese hombre con el mundo. Este número de me cayó el veinte, mucho más que un recuerdo y un homenaje que están implícitos, nos brinda la ocasión para hacer una reflexión sobre lo que para algunos ha sido esa influencia: o deberíamos decir —mucho más que una influencia— una marca. Pero, a diferencia de otras, no es una marca que se habría quedado fija, inalterada, irremovible, como tatuaje. A partir de ahí, el trabajo ha continuado —Lacan, por ejemplo— y nos ha llevado a caminos inosopechados, como lo demuestran los ensayos que ahora publicamos, notablemente el de Jean Allouch; y que marcan un punto de anclaje que tendrá (o no) repercusiones tanto clínicas como doctrinarias: desprendernos —con respecto al análisis— del psi en favor del esp, que alude a otra forma distinta de abordar la cuestión, la cosa: despsicologizante y desmedicalizante. Los autores que conforman esta entrega nos muestran la riqueza de su lectura: han leído a Freud de cierta manera que, muy en su espíritu (el de Freud), les permite criticarlo y criticar las lecturas que otros han hecho de nuestro festejado. Estamos seguros de que el lector encontrará en la diversidad, el humus de dicha riqueza. La colección TEXTOS de me cayó el veinte inicia con este número una nueva serie que nos detiene en la figura de Sócrates. Se hace patente así lo que esta figura aporta a los analistas. Para comenzar hemos optado por dos textos de Paul Valéry: El Alma y la danza, y El hombre y el caracol. Y, para que la celebración del aniversario de Freud vaya acompañada del pastel y su cereza, ofrecemos un regalito para nuestros suscriptores: bajo el sello de una nueva colección de cuadernos que hemos dado en llamar grapas de me cayó el veinte, publicamos un inédito en español de la ganadora del premio Nobel de Literatura 2004, Elfriede Jelinek: él no como él (para/con Robert Walser), en traducción directa del alemán de Pola Mejía Reiss. En español se cuenta sólo con tres novelas de la escritora austríaca (1946), una de ellas motivo de la película La pianista. Ninguna de sus obras de teatro ha sido traducida a nuestra lengua y, hasta donde tenemos noticia, esta versión que presentamos de él no como él, es una primera traducción de esta obra a otra lengua. Se trata de una pequeña pieza de teatro, o bien radiofónica (existe una versión de Bruno Ganz) en la que no hay personajes ni parlamentos como suele suceder, sino puras voces: un discurso poético de la locura. Elfriede Jelinek escribe en el filo de la locura. Que una editorial psicoanalítica publique este libro es una manera de hacer que se toquen los límites entre literatura y psicoanálisis, siguiendo de este modo con nuestra línea de selección de libros para la colección TEXTOS de me cayó el veinte. En esta ocasión, se tocan en un punto específico: la locura. La ilustración de portada y la de cuarta de forros de nuestro número festivo se deben a la generosa colaboración del artista plástico Juan Sebastián Barberá. El título de portada, Dr. Freud, es un acrílico y tinta sobre papel, y la cuarta de forros, La ronda interminable, es un aguafuerte sobre cobre.