En 1852, Violette Ailhaud, tenía edad suficiente para contraer matrimonio, cuando su aldea de Basses Alpes, Francia, fue brutalmente despojada de todos sus hombres por la represión que siguió al levantamiento republicano de diciembre de 1851. En esta pequeña aldea, las mujeres fueron condenadas al aislamiento total. Entre ellas hacen un juramento: si un hombre llega a la aldea, será su marido común para que la vida continúe en el vientre de todas. Las mujeres lo habían planeado todo, organizado todo, menos la eventualidad del enamoramiento (...) Pasan más de do años antes de que aparezca un hombre por el poblado.