Las experiencias interpersonales iniciales entre un niño o una niña y sus cuidadores principales ofrecen una oportunidad única para la promoción de un buen desarrollo a lo largo del ciclo vital. Es la calidad de la interacción la que proporciona el contexto dentro del cual un niño o una niña crecen saludablemente. Tanto la madre como el padre tienen representaciones conscientes e inconscientes incluso antes del nacimiento, que se reactivan durante esta etapa impactando la conducta, el pensamiento y la afectividad de padres e hijos. Es por esto que las intervenciones terapéuticas que abordan la relación madre, padre y bebé son una herramienta fundamental para enmendar patrones de apego descarrilados y el tratamiento de elección para prevenir psicopatología infantil.