La teología feminista cristiana surge de la percepción del feminismo contemporáneo como un desafío fundamental para el cristianismo, referido sobre todo a la dignidad de las mujeres y la plena humanidad de todos los seres humanos. Se trata, en cierto sentido, de la búsqueda de cómo hablar de Dios rectamente para impulsar relaciones de igualdad y reciprocidad entre varones y mujeres, porque el lenguaje –también el teológico– moldea la realidad que habitamos.