Dos prácticas cotidianas en la medicina perioperatoria son el uso de soluciones y la evaluación del equilibrio ácido–base e hidroelectrolítico. Estas dos actividades son fundamentales. La primera es condición sine que non para la realización de cualquier procedimiento anestésico–quirúrgico, y la segunda es prioritaria en enfermos de alto riesgo o en escenarios especiales, entre los que destacan el estado de choque, el trauma y cirugías complejas o prolongadas, entre otros. Aunque el abordaje conceptual es el mismo, en los últimos años, y a la luz de la evidencia científica, se han desarrollado nuevas alternativas en el empleo de líquidos, tanto coloides como cristaloides, y se han roto paradigmas. Sabemos, por ejemplo, que los coloides sintéticos pueden asociarse a eventos adversos significativos, en especial si se utilizan a dosis elevadas y en entidades específicas como la sepsis. La albúmina está retomando su lugar en la práctica clínica. La solución salina a 0.9% no sólo no es fisiológica, sino que por su acidez y contenido de cloro puede inducir acidosis hiperclorémica cuando se infunde en altas dosis. En especial, hemos aprendido que la sobrecarga hídrica y los balances positivos son factores de riesgo independientes de complicaciones y muerte. Por lo anterior, los líquidos se han considerado como un fármaco y se han diseñado nuevas propuestas de reanimación y uso racional de líquidos. Las modificaciones del medio interno en el perioperatorio son frecuentes y pueden llegar a ser de gran impacto, en especial los cambios en el movimiento de agua entre los diferentes compartimentos y de los electrólitos, lo que necesariamente impacta en el equilibrio ácido–base. Esta compleja interacción puede entenderse a través del abordaje fisicoquímico del equilibrio ácido–base, que complementa los conceptos evaluados a través del método de Henderson–Hasselbach y el exceso de base. Este número de las Clínicas Mexicanas de Anestesiología tiene como objetivo poner a consideración de los interesados temas de actualidad relacionados con el manejo de líquidos y electrólitos y el abordaje del equilibrio ácido–base. El tema es extenso, por lo que se eligieron propuestas muy específicas que serán de gran interés y utilidad para la práctica cotidiana de la medicina perioperatoria. Como es costumbre, cada uno de los capítulos fue escrito por expertos con base en la evidencia científica y con un gran sentido práctico.