En esta obra, pequeña pero contundente, la promesa de fidelidad a un muerto se convierte en inquietud constante para el vivo. El enamoramiento es total y el protagonista da un salto al vacío. Mientras la locura amorosa teje las decisiones, la intranquilidad está latente porque esa promesa imposibilita los afectos. El miedo a la ausencia del amado genera intranquilidad, claroscuro de la dicha; es, en sí misma, un diamante, porque estar enamorado es navegar en los mares de la inquietud.