Este libro se propone revisitar la obra de Adriana García Roel, Irma Sabina Sepúlveda y Sofía Segovia desde las propuestas de la geocrítica y la ginocrítica. El argumento central es que estas obras codifican la experiencia de las autoras en sus lugares de origen: García Roel escribió El hombre de barro gracias a su experiencia en la época posrevolucionaria en Montemorelos, mientras que Sepúlveda construyó una narrativa sobre sus recuerdos en Villaldama y Segovia tomó prestada la nostalgia de sus antepasados en la ficcionalización de Linares en la época de la revolución y el posterior reparto de tierras en El murmullo de las abejas.