En un primer momento, Majestic & Yo, el que ve parecería una novela más de posesiones demoniacas. Sin embargo, pronto el lector se percata de que se trata de algo más. Es una novela transgresora; no porque haga una apología de eso que llamamos maldad, sino porque, al visualizar los límites y las contradicciones de sus personajes –del poseedor, del poseído y del soberano del bien–, da pie a la desestabilización del edificio teológico, filosófico y ético que constituye nuestra civilización occidental. A diferencia de los demonios que poseen los cuerpos de los espíritus vulgares, Phenex posee a un espíritu excepcional robusto, bello y rebelde– porque sabe que, en él, se encuentra la posibilidad de recuperar su identidad pérdida: la de un dios que ha sido devaluado a demonio. Majestic es un relato sobre otro tipo de terror, existencial: una madre dividida entre el amor a sus hijos y el temor a su sufrimiento. Tanto Majestic como Yo el que ve exploran el abismo de lo humano desde la perspectiva de la exploración de las dudas fundamentales de la humanidad: son dos cinceles para romper el hielo de nuestras almas.