Las páginas siguientes no son más que un intento de agradecer cuanto él nos ha aportado con una trayectoria filosófica absolutamente singular y al margen de toda Academia. No sabemos si existe algún filósofo con una trayectoria tan creativa e independiente como la de Carlos Díaz. Inútil buscar en su esfuerzo reflexivo una concesión a los caminos trillados. Pero inútil también leer a Carlos Díaz al margen de una tradición que él eligió, no en modo alguno carente de precedentes. Nuestro filósofo no es un hombre hecho a sí mismo, pero sí está hecho a martillazos, al fin y al cabo del bloque de granito y gracias al golpe delicado del escultor emerge el pensador que solo estaba esperando la ideación de su causalidad formal.