Una propuesta interesante entrega el autor en esta serie de relatos breves, que no se inscriben en el formato del cuento tradicional ni tampoco en el nuevo esquema de la minificción, tan de moda entre los narradores emergentes. Rodrigo Barra produce una literatura muy personal cuya primera cualidad es el esmero en la escritura, el buen manejo del lenguaje. Si a esto agregamos la originalidad temática y la amplia variedad imaginativa que puebla sus páginas, ya tenemos razones suficientes para leerlo con deleite. Pero no se pretenda encontrar un sentido único ni una ilación entre los treinta y siete relatos de este Fabulario. Son independientes y desvinculados entre sí. Tampoco tienen un punto de vista similar. Abundan las narraciones en tercera persona, a veces narrador omnisciente, a veces testigo; pero también se encuentra la primera persona y aun la segunda, como en el cuento Taller literario (Pág. 191), en que el autor se dirige a un asiduo de uno de esos talleres: Ninguno busca llegar a un desenlace, si no, más bien, solo permitir expresarse. Lograr contactos, por supuesto, en el fondo, relacionar a iguales de solitarios. En cierto sentido, mentarlo es matarlo y sacar a la luz nuestro íntimo yo. Y eso es lo que nos muestra este libro: el íntimo yo de un solitario que busca expresarse. Lo intenta en múltiples escenarios geográficos: Machu Picchu, María Pinto, Bielorrusia, Isla de Pascua, Llico, Boyeruca en la Séptima Región, Valparaíso y por supuesto Santiago. Y con infinidad de temas, desde policiales a ciencia ficción, desde el realismo a la imaginería desbordada. Pasamos sin transición de uno a otro lugar, de este a aquel tema, del presente al pasado y al futuro. La búsqueda es intensa y variada. Y el resultado es promisorio, por lo que debe continuar. Rodrigo Barra Villalón se nos presenta como un autor nuevo, con claras potencialidades, enfrentado a la difícil tarea de reflejar el mundo en que vive, que ni él ni nadie sabe para dónde va. En el presente de cambios en que nos encontramos, la literatura y el arte en general también se renuevan. En esa renovación se inscribe este libro, cuyo autor dispone del manejo de las herramientas que le permitirán visualizar historias que alimenten sus futuras obras, que los lectores de este Fabulario ya comienzan a esperar.