Yo que vine de un embrión acelerado conectado hacia el misterio de la vida, propagado desde el fondo de la existencia con la celeridad más inmediata, sólo necesito atardeceres continuos en el prisma de mis ojos y destemplados ruidos caprichosos que inciten a mis ansias vanidosas para mantenerme despierto y vivo ante el infructuoso mundo que de vicisitudes me afecta y acosa sin remedio alguno.