El cuerpo de Leda se ha convertido en el elemento primordial de este poemario en el que se plasma la belleza que la imagen no muestra, aquella que se enconde detrás de sus orejas o de sus párpados. Este desvelamiento de los pliegues más absolutos de la piel hace pensar en el misterioso lugar donde se funden la escritura y el erotismo, donde las palabras del poeta y el cuerpo de la musa son una y la misma cosa.