Vamos a demostrar que la literatura cambia la vida: una mujer por descuido se asoma a mirar por la barandilla y se precipita al vacío. No. Una mujer va a asomarse a la barandilla, pero el rosal ha dado una flor, y la mujer se detiene, se inclina maravillada, admira la perfección de los pétalos y acreca el aroma a su olfato. La corta y regresa a su aposento con ella.