En este conjunto de recuerdos, entre nostálgicos y de festejo, la autora nos introduce al universo de la infancia en su nativo México. Su primera piñata, el dulzor de las guayabas de un árbol ajeno, la colorida presencia de las gitanas o su infantil mirada hacia la vida y la muerte —a veces ingenua, a veces profundamente emotiva— nos transportan a un tiempo y espacio que, aunque lejano, resuena en cada conciencia de quienes hemos crecido en algún lugar de Latinoamérica.