En el manto de un ángel me cobijo. El sonido del timbal anima tus segundos, tintinea un ritmo siempre Allegretto, compadezco los modos y tus palabras me desfallecen. No eres el mismo, me alejas. Vuelvo a escuchar Karelia, ¡Ay Sibelius! cuando el sueño se va.